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El milagro de la Virgen del Pilar - El cojo de Calanda

En el pueblo aragonés de Calanda, entre las diez y las once de la noche del 29 de marzo de 1640, sucedió un hecho extraordinario. Por intercesión de Nuestra Señora del Pilar, al joven campesino Miguel Juan Pellicer le fue restituida de modo repentino la pierna derecha, que le había sido amputada hacía ya más de dos años y que estaba enterrada en el cementerio de un hospital. Vamos a explicar a continuación este hecho tan asombroso, que muy bien ha podido ser calificado por el conocido escritor italiano Vittorio Messori como "el gran milagro". Según resulta de los libros de la parroquia de Calanda, Miguel Juan Pellicer fue bautizado el 25 de marzo de 1617, fecha que, seguramente, corresponde también a la fecha de su nacimiento. Miguel Juan fue el segundo de ocho hermanos de una familia de labradores modestos. Su educación debió reducirse a una catequesis oral, porque fue analfabeto toda su vida. Cuando Miguel Juan Pellicer cumplió diecinueve años dejó por su propia voluntad la casa paterna y se trasladó a Castellón de la Plana, a la casa de su tío materno, Jaime Blasco.

El accidente a raíz del cual Miguel Juan Pellicer perdería su pierna ocurrió a finales del año 1637. Miguel Juan, que contaba veinte años, volvía a la casa de su tío conduciendo un carro de dos ruedas tirado por dos mulas cargado de trigo. En un momento determinado el joven cayó y una de las ruedas del carro le pasó sobre la pierna derecha, por debajo de la rodilla, fracturándole la tibia en su parte central. Miguel Juan fue llevado por su tío Jaime Blasco primero a Castellón, pero a la vista de la gravedad de la herida, fue llevado luego al Hospital Real de Valencia. En los registros del Hospital Real de Valencia consta que fue ingresado el 3 de agosto de 1637 y que permaneció en el mismo cinco días, en los cuales, según los archivos "le aplicaron algunos remedios que no aprovecharon". Al no poder curar sus heridas, Miguel Juan Pellicer decidió volver a Zaragoza para que su pierna fuera examinada en el hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, el cual tenía mucha fama. El viaje desde Valencia a Zaragoza duró más de cincuenta días y debió ser muy penoso, a causa de la pierna fracturada. Miguel Juan llegó finalmente a Zaragoza a principios de octubre de 1637. Previamente había recorrido el camino real que pasaba por Teruel, evitando pasar por Calanda, pues le daba vergüenza que su familia lo viera en tan lamentable estado. Cuando llegó a Zaragoza Miguel Juan primero pasó por el santuario del Pilar, donde confesó y comulgó, y luego consiguió ser admitido en el Real Hospital de Nuestra Señora de Gracia. En el hospital los médicos determinaron que dado el avanzado estado de la gangrena y la ineficacia de los tratamientos aplicados, el único medio para salvarle la vida era amputarle la pierna. En su posterior declaración ante los jueces, los cirujanos que practicaron la amputación señalaron que la pierna estaba muy flemorizada y gangrenada, hasta el extremo de que parecía negra. A la vista de ello, se reunieron en consulta los cirujanos del hospital, entre ellos el director de la sección Juan de Estanga y los médicos Diego Millaruelo y Miguel Beltrán (que luego declararían en el proceso del milagro), y se decidió que procedía amputar la pierna. A mediados de octubre, fueron los doctores Estanga y Millaruelo los que practicaron la amputación, cortando la pierna derecha cuatro dedos mas abajo de la rodilla y procedieron inmediatamente a la cauterización. La operación se realizó con una sierra y un cincel, para a continuación aplicar un hierro candente. En el transcurso de la operación, según relataron luego los testigos, el paciente estuvo encomendándose a la Virgen del Pilar.

 

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