Carlos Cabrera tiene 30 años, es de República Dominicana, pero vive en Madrid desde hace más de nueve.
Llevaba saliendo con una chica guapísima y estupenda seis años, querían casarse y formar una familia. A mes y medio de la pedida, en una jornada de oración por las vocaciones, el Señor le dio la vuelta a su vida como a una tortilla, y por primera vez oyó en su interior: ¿y tú, no serías sacerdote?
A partir de ahí, su vida ha sido un darse a Dios y a los demás con una alegría que nadie le podrá arrebatar: la felicidad que se experimenta al cumplir la misión a la que Dios le ha llamado, ser sacerdote.
En esta entrevista le preguntamos por sus miedos, sus ilusiones, sus preocupaciones, cómo reaccionó su familia, qué fue lo que más le ayudó en el proceso de discernimiento vocacional y otras cuestiones.