¿Miras al otro como un objeto o como un don? La respuesta que transforma el amor
La creación del hombre, según el relato bíblico, revela que cada persona es un don para el otro. Dios no solo vio que su creación era buena, sino que, al formar al hombre y la mujer, los hizo capaces de entregarse mutuamente en un amor que va más allá de lo físico. El amor esponsal implica mirarnos como Dios nos ve, reconociendo que nuestra existencia y nuestro cuerpo son un regalo que estamos llamados a ofrecer libremente.
Sin embargo, muchas veces vemos al otro desde una mirada materialista o emotivista, reduciéndolo a lo que puede darnos o a cómo nos hace sentir. La hermenéutica del don nos ayuda a interpretar nuestra vida desde la lógica del regalo: hemos sido creados por amor y para amar, no para usar o ser usados. Esta perspectiva transforma nuestras relaciones y nos invita a descubrir la grandeza de cada persona.
Reconocer al otro como un don requiere una mirada nueva, que valore su dignidad y su llamado a la comunión. Esta verdad nos desafía a vivir el amor como una entrega mutua, donde el cuerpo y la sexualidad tienen un significado profundo. Somos regalos para los demás, y al descubrir esto, nuestras relaciones se llenan de sentido y plenitud, tal como Dios lo pensó desde el principio.