¿AMAR sin recibir nada a Cambio?

El amor verdadero no se trata de encontrar una "media naranja" que nos complete, sino de complementarnos plenamente desde nuestra propia identidad. Desde el Génesis, vemos que la humanidad fue creada en una dualidad que nos llama a la comunión, donde la masculinidad y la feminidad se descubren y afirman mutuamente. No somos seres incompletos en busca de otra mitad, sino personas que, desde nuestra identidad plena, estamos llamadas a elegir libremente el amor y construir una relación basada en la entrega recíproca.

Para elegir bien a nuestra pareja, es fundamental conocernos a nosotros mismos desde una visión integral de la persona. La sexualidad no es un simple aspecto de nuestra identidad, sino un elemento constitutivo que influye en la forma en que amamos y nos relacionamos. Esta comprensión requiere madurez, lo que implica reconocer nuestra soledad, aceptar la reciprocidad y desarrollar una conciencia profunda del significado de nuestro cuerpo en la donación mutua.

El amor conyugal no es solo un sentimiento, sino una elección consciente que nos lleva a unirnos íntimamente en un vínculo indisoluble. Cuando dos personas se convierten en “una sola carne”, lo hacen desde la madurez y la entrega total. Este tipo de amor no es egoísta ni busca solo el beneficio personal, sino que se fundamenta en el don sincero de sí mismo. Así, el verdadero amor no se trata de completar vacíos, sino de compartir una plenitud que nos hace crecer juntos.

Puedes leer la catequesis 10 de San Juan Pablo II (14/11/1979): https://www.vatican.va/content/john-p...