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- Regina Coeli - Domingo 31 mayo 2020 con el Papa Francisco

Domingo 31 de mayo de 2020
Coincidiendo con la fiesta de Pentecostés, el Papa volvió a rezar a mediodía el Regina Coeli desde la ventana del Palacio Apostólico. Debido a la pandemia, desde el 8 de marzo, ha tenido que rezarlo desde su biblioteca, y no ha vuelto a tener ningún encuentro con peregrinos
Al final del rezo mariano del Regina Coeli, el Papa recordó que hace siete meses finalizó el Sínodo de la Amazonia; y que hoy, la fiesta de Pentecostés, invocamos al Espíritu Santo para que dé luz y fuerza a la Iglesia y a la sociedad en la Amazonia, que ha sido duramente golpeada por la pandemia.

El Papa Francisco en su alocución previa al Regina Coeli, nos recuerda que esta celebración de hoy, la Solemnidad del Pentecostés, memoria de la efusión del Espíritu Santo sobre la primera comunidad cristiana, es la fiesta que renueva la conciencia de la presencia vivificante del Espíritu Santo, que habita en nosotros.

El Espíritu Santo nos da la valentía de salir de los muros protectores de nuestros "cenáculos", sin descansar en la vida tranquila o encerrarnos en hábitos o costumbres, estériles. Es la misión de cada uno de nosotros. El Papa le pidió a la Virgen María, “protagonista con la primera Comunidad de la admirable experiencia de Pentecostés”, que obtenga para la Iglesia el ardiente espíritu misionero.

Paz a ustedes
Jesús resucitado se le aparece a los discípulos, en el Cenáculo, y les dijo: Paz a ustedes. Palabras que expresan el perdón concedido a los apóstoles que lo habían abandonado.

“Son palabras de reconciliación y perdón. Jesús ofrece su paz precisamente a estos discípulos que tienen miedo, que les cuesta creer lo que han visto, es decir, la tumba vacía, y que subestiman el testimonio de María de Magdala y otras mujeres. Jesús perdona y ofrece su paz a sus amigos”.

Perdonando a sus discípulos y reunirlos en torno a él, Jesús los hace su Iglesia: una comunidad reconciliada y lista para la misión. Los convierte en valientes testigos. Los Apóstoles son enviados a prolongar la misma misión que el Padre ha confiado a Jesús. Es hora de activarse, de ir en misión, no es hora de quedarse encerrado, ni de arrepentirse de los "buenos momentos" pasados con el Maestro, dijo el Papa.

Fortalecer nuestra fe
Durante los domingos de Pascua escuchamos primero este mismo episodio, añadió Francisco, luego el encuentro con los discípulos de Emaús, luego el del Buen Pastor, los discursos de despedida y la promesa del Espíritu Santo: todo está orientado a fortalecer la fe de los discípulos - y también la nuestra – ante la misión.

Y Jesús para animar la misión, les entrega a los Apóstoles su Espíritu: "Sopló sobre ellos y dijo: "Recibid el Espíritu Santo"". El Espíritu Santo es fuego que quema los pecados y crea hombres y mujeres nuevos; es fuego de amor con el que los discípulos pueden "incendiar el mundo", ese amor de ternura que prefiere a los pequeños, a los pobres, a los excluidos, recordó por último el Pntífice, y dijo que en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación hemos recibido el Espíritu Santo con sus dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, conocimiento, piedad, temor de Dios. Pero este último don, afirmó Francisco, es lo contrario del miedo que antes paralizaba a los discípulos: es el amor al Señor, es la certeza de su misericordia y bondad, es la confianza de que podemos avanzar en la dirección indicada por él, sin perder nunca su presencia y su apoyo.

"Muchos son los contagiados y los muertos, incluso entre los pueblos indígenas, que son particularmente vulnerables. Por la intercesión de María, Madre de la Amazonia, pido por los más pobres e indefensos de esa querida región, pero también por los de todo el mundo, y hago un llamamiento para que a nadie le falte atención sanitaria". Curar a las personas y no ahorrar para la economía, sino curar a las personas, es más importante que la economía. Las personas somos templos del Espíritu Santo, la economía no.

En Italia se celebra la Jornada nacional del alivio
El Papa recordó que hoy se celebra en Italia, el Día Nacional del Alivio, para promover la solidaridad con los enfermos. El Pontífice renovó su agradecimiento a todos aquellos que, especialmente durante este período, han ofrecido y ofrecen su testimonio de atención por el prójimo. “Recuerdo con gratitud y admiración a todos aquellos que sosteniendo y ayudando a los enfermos en esta pandemia, han dado sus vidas. Oremos en silencio por los médicos, los voluntarios, los enfermeros, todos los operadores sanitarios que tantos han donado sus vidas en este periodo. Un momento de silencio.

Después de esta pandemia, somos mejores o peores
Al momento de despedirse, recordó que todos necesitamos tanto, la luz y la fuerza del Espíritu Santo, lo necesita la Iglesia, para caminar juntos y con valentía, testimoniando el Evangelio.

“Y también lo necesita toda la familia humana para salir de esta crisis más unida y no más dividida. Ustedes saben que de una crisis como esta no se sale igual que antes, se sale o mejores o peores. Hay que tener el valor de cambiar, de ser mejores, mejores que antes. Y poder construir positivamente la post crisis de la pandemia”.


 

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