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- El Papa Francisco visita Greccio y firma la Carta Apostólica sobre el Pesebre

Desde el Santuario Franciscano de Greccio, Celebración del Santo Padre de la Palabra y firma de la Carta sobre el Pesebre.
El Papa Francisco se dirigió por segunda vez, tras la visita privada que realizó en 2016, al Santuario franciscano de Greccio, para recogerse frente al fresco medieval que conmemora la primera representación de la Natividad. Esta vez, además, el Santo Padre presentó y firmó la Carta Apostólica sobre el significado y el valor del pesebre, y realizó una breve reflexión.

Durante la Celebración de la Palabra en la iglesia del Santuario – que comenzó alrededor de las 16.15 – el Santo Padre Francisco dijo, entre otras cosas que “en este signo, sencillo y maravilloso del pesebre, que la piedad popular ha acogido y transmitido de generación en generación, se manifiesta el gran misterio de nuestra fe: Dios nos ama hasta el punto de compartir nuestra humanidad y nuestra vida”. También afirmó que Él “nunca nos deja solos”, sino que “nos acompaña con su presencia escondida, pero no invisible”. Y lo hace “en toda circunstancia, tanto en la alegría como en el dolor”, puesto que Él es el Emmanuel, “Dios con nosotros”.

“ Como los pastores de Belén, aceptemos la invitación a ir a la gruta, para ver y reconocer el signo que Dios nos ha dado ”

Redescubrir la sencillez del pesebre
¡Cuántos pensamientos se amontonan en la mente en este lugar santo! Y sin embargo, ante la roca de estos montes tan queridos por San Francisco, lo que estamos llamados a hacer es, ante todo, redescubrir la sencillez.

El pesebre, que San Francisco realizó por primera vez en este pequeño espacio, a imitación de la estrecha gruta de Belén, habla por sí mismo. Aquí no hay necesidad de multiplicar las palabras, porque la escena ante nuestros ojos expresa la sabiduría que necesitamos para captar lo esencial.

Frente al pesebre descubrimos lo importante que es para nuestra vida, a menudo frenética, encontrar momentos de silencio y oración. El silencio, para contemplar la belleza del rostro del niño Jesús, el Hijo de Dios nacido en la pobreza de un establo. La oración, para expresar el "gracias" maravillado por este inmenso regalo de amor que nos es dado.

En este signo, sencillo y maravilloso del pesebre, que la piedad popular ha acogido y transmitido de generación en generación, se manifiesta el gran misterio de nuestra fe: Dios nos ama hasta el punto de compartir nuestra humanidad y nuestra vida. Nunca nos deja solos; nos acompaña con su presencia escondida, pero no invisible. En toda circunstancia, tanto en la alegría como en el dolor, Él es el Emmanuel, Dios con nosotros.
Como los pastores de Belén, aceptemos la invitación a ir a la gruta, para ver y reconocer el signo que Dios nos ha dado. Entonces nuestro corazón estará lleno de alegría, y podremos llevarla a donde haya tristeza; estará lleno de esperanza, para compartirla con quien que la ha perdido.

Identifiquémonos con María, que posó a su Hijo en el pesebre, porque no había lugar en una casa. Con ella y con San José, su esposo, miremos al Niño Jesús.

“ Que su sonrisa, florecida en la noche, disipe la indiferencia y abra los corazones a la alegría de quien se siente amado por el Padre que está en los cielos ”

Una vez concluida la reflexión del Santo Padre se leyó integralmente esta nueva Carta Apostólica Admirabile signum sobre el hermoso signo del pesebre.

 

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