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- Papa Francisco - Celebración de las Vísperas, Viernes 18 enero, 2019

Viernes 18 de enero de 2019
HOY COMIENZA EL OCTAVARIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
El Papa preside oración por la unidad de los cristianos.
Desde la Basílica de San Pablo extramuros, celebración de las Vísperas presididas por el Papa Francisco al inicio del octavario de oración por la unidad de los cristianos, que finalizará el 25 de enero, con la fiesta de la conversión de San Pablo.

“Actúa siempre con toda justicia” es el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en estas latitudes se celebra del 18 al 25 de enero

Significado de este octavario
“Se trata de un tiempo dedicado a la oración por la unidad de todos los bautizados, según la voluntad de Cristo: que todos sean una sola cosa”.

Así lo explicaba el Santo Padre, al inicio de su Pontificado, concretamente durante su catequesis semanal del 22 de enero del año 2014, en plena Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Desde hace ya algunos años, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Ecuménico de las Iglesias encargan los textos de apoyo de oración para este octavario a las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales confesionales de distintas partes del mundo, que una vez al año rezan juntas.

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este 2019 se sirve de la aportación procedente de Indonesia, a pesar de que en esta nación las Iglesias y Comunidades cristianas son minoritarias, dado que su población es de mayoría musulmana.

Colaboración ecuménica
En el hemisferio norte la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 para cubrir el período de gran significado para los cristianos, entre la fiesta de San Pedro y la de San Pablo.

Mientras en el hemisferio sur, donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, las Iglesias frecuentemente adoptan otras fechas para celebrar esta Semana de Oración, como por ejemplo alrededor de Pentecostés, tal como lo sugirió el movimiento Fe y Constitución en 1926, puesto que también representa otra fecha significativa para la unidad de la Iglesia.

Ante esta exigencia de flexibilidad, se invita a utilizar los textos de apoyo a lo largo de todo el año, a fin de expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado y para orar juntos para llegar a la plena unidad querida por Cristo.

Asimismo se sugiere que se adapten estos textos de apoyo para su utilización local, teniendo en cuenta las prácticas litúrgicas y devocionales de otras Iglesias particulares sin olvidar su contexto socio-cultural. Además, se pide que esta adaptación se lleve a cabo mediante una colaboración ecuménica.

Tanto es así, que en algunos países estas estructuras ecuménicas para adaptar los textos de apoyo ya existen; mientras en otros se espera que la necesidad de adaptarlos constituya, precisamente, un estímulo para la creación de estas estructuras.

El nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división
Volviendo al Papa durante aquella audiencia general del 2014, Francisco destacaba la pregunta dirigida por San Pablo a los cristianos de Corinto: “¿Acaso está dividido Cristo?”.

“Ciertamente – decía – Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor, que nuestras comunidades siguen viviendo divisiones que son de escándalo. ¡La división entre nosotros los cristianos es un escándalo! No hay otra palabra: ¡un escándalo! Cada uno de ustedes – escribía el Apóstol – dice: ‘Yo soy de Pablo’, ‘yo en cambio soy de Apolo’, ‘yo de Cefas’, y ‘yo de Cristo’”.

Y recordaba que también los que profesaban a Cristo como su cabeza no fueron aplaudidos por Pablo, porque usaban el nombre de Cristo para separarse de los demás dentro de la comunidad cristiana.

Buscar la unidad durante todo el año
“¡Pero el nombre de Cristo – proseguía el Santo Padre – crea comunión y unidad, no división! Él ha venido para hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro compromiso de evangelización y arriesgan con vaciar la Cruz de su poder”.

Progresar en el camino hacia la plena comunión
Recordamos que en agosto de aquel mismo año, el Papa Bergoglio enviaba su saludo fraterno a los participantes en el Sínodo de las Iglesias Metodistas y Valdenses por quienes pedía al Señor “que conceda a todos los cristianos progresar en el camino hacia la plena comunión, para testimoniar al Señor Jesucristo y ofrecer la luz y la fuerza de su Evangelio a los hombres y a las mujeres de nuestros tiempo”.

Compartimos la experiencia de la gracia de Dios
También el año pasado, pero en la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, es decir el 25 de enero de 2018, el Papa Bergoglio presidía las segundas Vísperas de la Fiesta de la Conversión de San Pablo Apóstol y lo hacía ante la presencia, entre otros, de la Delegación ecuménica de Finlandia (a quienes durante esa mañana había recibido en audiencia), y a los estudiantes del Instituto Ecuménico de Bossey (que durante esos días habían profundizado su conocimiento de la Iglesia católica), así como jóvenes ortodoxos y ortodoxos orientales que estudian en Roma gracias a la contribución del Comité de colaboración cultural con las Iglesias ortodoxas (que tiene su sede en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos).

El Señor seguirá salvando y acompañando a su pueblo
Al concluir su homilía del 2018, en la imponente Basílica romana de San Pablo Extramuros, Francisco saludaba a los miembros de todas las delegaciones a quienes alentaba diciéndoles:

“Juntos hemos dado gracias a Dios por lo que ha hecho en nuestras vidas y en nuestras comunidades. Presentémosle hoy nuestras necesidades y las del mundo, confiados en que él, en su amor fiel, seguirá salvando y acompañando a su pueblo en su camino”.

Algunos temas de esta Semana de Oración
En cuanto a los temas de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos recordamos los correspondientes al Pontificado de Francisco:

En el año 2014 fue: “¿Es que Cristo está dividido?”; en el 2015: “Jesús le dice: ‘Dame de beber’”; en el 2016: “Destinados a proclamar las grandezas del Señor”; en el 2017: “Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia”; el del 2018: “Fue tu diestra quien lo hizo, Señor, resplandeciente de poder”. Y el de este 2019, como hemos dicho: “Actúa siempre con toda justicia”.

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Homilía del Santo Padre en la celebración de las Vísperas de la Primera semana del Tiempo Ordinario, al inicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma.


“Para dar los primeros pasos hacia esa tierra prometida que es la de nuestra unidad, ante todo debemos reconocer con humildad que las bendiciones recibidas no son nuestras por derecho, sino por un don, y que nos han sido dadas para que las compartamos con los demás”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la celebración de las Vísperas de la Primera semana del Tiempo Ordinario, al inicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, este viernes 18 de enero de 2019.

Oración por la Unidad de los Cristianos
Hoy – señaló el Papa – comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la que todos estamos invitados a pedir a Dios este gran don. “La unidad de los cristianos es fruto de la gracia de Dios y hemos de disponernos a recibirla con un corazón generoso y servicial. Esta tarde me alegra especialmente poder orar con los representantes de otras Iglesias presentes en Roma, a quienes dirijo un saludo cordial y fraterno”. También saludo a la delegación ecuménica de Finlandia, a los estudiantes del Instituto Ecuménico de Bossey, en su visita a Roma para conocer más en profundidad a la Iglesia católica, así como a los jóvenes ortodoxos y ortodoxos orientales que estudian aquí con el apoyo del Comité para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas, perteneciente al Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

En camino a la tierra prometida
Comentando el pasaje del libro del Deuteronomio, el Santo Padre dijo que, este texto nos instruye y recuerda que debemos vivir con fidelidad y justicia hasta llegar a la tierra prometida. “El pasaje que acabamos de escuchar proporciona información sobre cómo celebrar las tres fiestas principales del año: Pesach (Pascua), Shavuot (Pentecostés), Sukkot (Tabernáculos). Cada una de estas fiestas llama a Israel a dar gracias por los bienes recibidos de Dios. La celebración de una fiesta requiere la participación de todos. Nadie puede quedar excluido: «Te regocijarás en presencia del Señor, tu Dios, con tu hijo e hija, tu esclavo y esclava, el levita que haya en tus ciudades, el emigrante, el huérfano y la viuda que haya entre los tuyos» (Dt 16,11).

En cada fiesta es necesario hacer una peregrinación «en el lugar que elija el Señor, tu Dios, para hacer morar allí su nombre» (v. 2). Allí, el fiel israelita debe ponerse ante Dios. Aunque todo israelita haya sido un esclavo en Egipto, sin ninguna posesión personal, «no se presentarán al Señor con las manos vacías» (v. 16) y el don de cada uno será en la medida de la bendición que el Señor le dará. Por lo tanto, todos recibirán su parte de la riqueza del país y se beneficiarán de la bondad de Dios.

Los cristianos de Indonesia
Los cristianos de Indonesia, reflexionando sobre la elección del tema para esta Semana de Oración, decidieron inspirarse en estas palabras del Deuteronomio: «Persigue solo la justicia» (16,20). A ellos les preocupa mucho que el crecimiento económico de su país, movido por la lógica de la competición, deje a muchos en la pobreza, permitiendo que solo unos pocos se enriquezcan enormemente. Está en riesgo la armonía de una sociedad, en la que conviven personas de diferentes grupos étnicos, idiomas y religiones, compartiendo un sentido de responsabilidad recíproca.

Pero esto no vale solo para Indonesia: esta situación se repite en el resto del mundo. Cuando la sociedad ya no tiene como fundamento el principio de la solidaridad y el bien común, se produce el escándalo de ver a personas que viven en la pobreza extrema junto a rascacielos, hoteles imponentes y lujosos centros comerciales, símbolos de inmensa riqueza. Hemos olvidado la sabiduría de la ley mosaica, según la cual, si la riqueza no se comparte, la sociedad se divide.

En camino hacia la unidad
Como pueblo santo de Dios, también nosotros estamos siempre próximos a entrar en el Reino que el Señor nos ha prometido. Pero, al estar divididos, tenemos que recordar la llamada a la justicia que Dios nos dirige. Incluso entre los cristianos existe el riesgo de que prevalezca la lógica conocida por los israelitas en la antigüedad y por el pueblo indonesio en la actualidad, es decir, que buscando acumular riquezas, nos olvidemos de los débiles y necesitados. Es fácil olvidarse de la igualdad fundamental que existe entre nosotros: que en el principio todos éramos esclavos del pecado y el Señor nos salvó en el bautismo, llamándonos hijos suyos. Es fácil pensar que la gracia espiritual que se nos ha dado es una propiedad nuestra, algo que nos corresponde y nos pertenece. También es posible que los dones recibidos de Dios nos vuelvan ciegos para ver los dones dados a otros cristianos. Es un grave pecado empequeñecer o despreciar los dones que el Señor ha dado a otros hermanos, creyendo que no son de alguna manera privilegiados de Dios.

Los dones se ponen a disposición y se comparten
El culto que corresponde a ese Reino, el culto que reclama la justicia, es una fiesta que incluye a todos, una fiesta en la que los dones recibidos se ponen a disposición y se comparten. Para dar los primeros pasos hacia esa tierra prometida que es la de nuestra unidad, ante todo debemos reconocer con humildad que las bendiciones recibidas no son nuestras por derecho, sino por un don, y que nos han sido dadas para que las compartamos con los demás. En segundo lugar, tenemos que reconocer el valor de la gracia concedida a otras comunidades cristianas. Como consecuencia, nuestro deseo será el de participar en los dones de los demás. Un pueblo cristiano renovado y enriquecido por este intercambio de dones será un pueblo capaz de caminar con paso firme y confiado por el camino que conduce a la unidad.

 

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