Cuando Wanda Poltawska era sólo una adolescente, participó activamente en la resistencia de Polonia contra los nazis. La Gestapo la descubrió y la deportó al campo de concentración de Ravensbruk.
El médico personal de Hitler, el doctor Karl Gebhardt la sometió a terribles experimentos médicos. Wanda asegura que se mantuvo viva gracias a la curiosidad por saber hasta qué extremo llegaría la crueldad humana. Tras la guerra, regresó a casa totalmente desmoralizada y comenzó a buscar un sacerdote que le ayudase a reconciliarse con la humanidad.