El crucifijo más antiguo de la basílica de San Pedro es de principios del siglo XIV y acaba de ser restaurado. Es de madera de nogal y para devolverlo a su aspecto original hubo que quitar las capas de pintura y barniz que pretendieron hacerlo pasar por una escultura de bronce.
Pesa 72 kilos, mide 2.15 metros de altura y muestra al Jesús de los últimos instantes de vida: afligido y sereno con los ojos abiertos.
Es contemporáneo de Dante, y ante él rezaron santos como la incansable Santa Catalina de Siena. También los ojos de grandes artistas como Miguel Ángel repararían en él.