La Catedral de Orvieto en Italia custodia uno de los milagros Eucarísticos más importantes en la historia de la Iglesia y que motivó al Papa Urbano IV a instituir la Solemnidad del Corpus Christi.
A mediados del siglo XIII el P. Pedro de Praga dudaba sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía y realizó una peregrinación a Roma para rogar sobre la tumba de San Pedro una gracia de fe.
A su regreso, mientras celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró manchando el corporal con la preciosísima sangre.