La inspiración fue de Juan Pablo II y su devoción a la misericordia que “dio forma a su pontificado”. Así, tres años después de la muerte del pontífice polaco iniciaron los Congresos Apostólicos de la Misericordia, iniciativa que nació gracias a “un grupo de cardenales amigos” que quisieron dar una respuesta a la llamada del Evangelio, reiterada por los tres últimos Papas.