Najeeb Michaeel, un fraile iraquí, evitó que 800 manuscritos de los siglos XIII al XIX cayeran en manos del Estado Islámico (ISIS) y fueran destruidos por los extremistas musulmanes cuando tomaron la ciudad de Qaraqosh (en el norte de Irak) en agosto del año pasado. Los documentos son la prueba de la antigua presencia del cristianismo en la zona mesopotámica, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates. “Son como un puente entre las civilizaciones, que dan fe del pasado y dicen muchas cosas sobre el presente”.