La corrupción es injusta porque se ceba con los más débiles. Por eso el Papa cree que la Iglesia tiene mucho que decir contra la corrupción.
El Vaticano la intenta combatir con sus armas: el diálogo. Por eso ha reunido en Roma a obispos, jueces, policías, políticos y víctimas para intercambiar experiencias en la lucha contra la lacra que en algunos lugares es como una segunda piel.