El padre Pedro Arrupe, que fue superior general de la Compañía desde 1965 hasta 1983. Su proceso de beatificación se abrirá oficialmente en dos meses. Durante su periodo como misionero en Japón, el padre Arrupe fue testigo del bombardeo de Hiroshima en 1945. Allí, junto a sus novicios, atendió a más de 150 personas, a pesar del riesgo de estar expuestos a la radiación. El postulador de la causa destaca que este duro episodio marcó al futuro superior de los jesuitas.