El Padre Giovanni vivió en tres años en tres casas-seminario distintas en China. Él y sus 11 compañeros tenían que huir de madrugada ante la más mínima sospecha de ser descubiertos por las autoridades.
“Algunos fieles por ofrecer su casa o ayudar al seminario han pasado por la cárcel algún tiempo”. El sacerdote asegura que hoy en día todavía hay sacerdotes encarcelados en China y que la libertad religiosa completa está lejos de alcanzarse.
Confía en que el acercamiento entre el Vaticano y China propicie mayor libertad aunque asegura que, lejos de mermar la fe, las dificultades hacen más fuertes a los católicos del país.