El Papa recordó durante la audiencia del miércoles, que de Panamá le impresionó una cosa que ya vio en otros países: a los padres y madres que con orgullo le mostraban a sus hijos para que los bendiciera. "Pensé cuánta dignidad hay en este gesto y cuánto es elocuente para el invierno demográfico que estamos viviendo en Europa. Invierno demográfico sin niños, es duro ¿eh?”.
Francisco dijo que le sorprendió otra cosa: el alegre ambiente que se palpaba entre personas de las más diversas procedencias y culturas.
“Ver a todas las banderas desfilar juntas, bailando en las manos de los jóvenes alegres de encontrarse es un signo profético, una señal que va a contracorriente con respecto a la triste tendencia actual de los nacionalismos conflictivos que levantan muros, que se cierran a la universalidad, al encuentro entre pueblos”...