Durante el Ángelus el Papa reflexionó sobre el Adviento, el período en el que la Iglesia prepara la Navidad.
Recordó el personaje de Juan el Bautista, dijo que fue un precursor de los misioneros de hoy en día que viajan por el mundo predicando el Evangelio.
El Papa explicó que esta llamada a la conversión no quita la libertad del hombre sino al contrario: trae la verdadera felicidad porque libera a los cristianos del egoísmo y la corrupción.
Francisco concluyó recordando la fiesta de la Inmaculada Concepción que se celebra el próximo 8 de diciembre. Pidió a la Virgen conversión y paz para el mundo.