Papa Francisco:
"En un mundo por desgracia afectado por el virus de la indiferencia, las obras de misericordia son el mejor antídoto. De hecho, nos educan para ser atentos ante las exigencias más básicas de nuestros "hermanos pequeños””.
"Si cada uno de nosotros, cada día, hace una obra de misericordia, habrá una revolución en el mundo. Todos, ¿eh? Cada uno de nosotros”.
Estos pequeños gestos cotidianos, dijo el Papa, son los que producirán una auténtica "revolución cultural” y puso como ejemplo a santos como Santa Teresa de Calcuta, que no pasó a la historia por las casas que abrió sino por cómo trató a los más necesitados.