En su segundo día en Chile, el Papa Francisco visitó el centro penitenciario femenino “San Joaquín”. Nada más llegar, saludó a varias reclusas con sus hijos.
En el gimnasio de la cárcel lo esperaban cerca de unas 400 reclusas. Saludó a todas. Muchas lo recibieron con sus hijos en brazos a los que el Papa acarició y bendijo.
El Papa escuchó el duro testimonio de Janette Zurita, reclusa del penitenciario que explicó lo difícil que es para ellas estar lejos de sus hijos.
Le cantaron un himno compuesto por ellas antes de que ponunciara su discurso.