La pequeñísima comunidad católica de Turquía se enfrenta a una continua encrucijada. Sin personalidad jurídica, la Iglesia no tiene la posibilidad de construir nuevas parroquias, escuelas o centros juveniles, pese a eso, la comunidad crece.
Monseñor Paolo Bizzeti lamenta la suerte de estos refugiados cristianos, muchos atrapados en Turquía tras haber escapado del Estado Islámico en Siria e Irak, y sin posiblidad de volver a sus países o emigrar.