Según la Congregación para las Causas de los Santos, en el proceso de canonización el primer paso es ver si los fieles creen que la persona es imitable. Una vez que el obispo ha certificado esto, debe confirmar también que, a través de su intercesión, las oraciones de la gente han sido respondidas. Y entonces, se puede comenzar el proceso”.Se trata de la “fase diocesana”, que concluye con la solicitud formal a la Congregación para que abra el proceso. La acompaña una recopilación de testimonios a favor y en contra del posible santo y el nombramiento del postulador que coordinará el proceso. A lo largo del proceso, se debe demostrar al menos un milagro realizado por la intercesión de esa persona. Uno para la beatificación, y otro realizado después, para declararlo santo. Sin ellos, el proceso no va adelante.