De los miles de santos que existen, sólo 36 son “Doctores de la Iglesia”. Con este título se reconoce que además de llevar una vida santa, sus obras e ideas aportaron mucho a la reflexión doctrinal de la Iglesia. El nombramiento debe ser aprobado por el Papa. “El título 'Doctor de la Iglesia' supone que su enseñanza trasciende su tiempo. Por eso, no se trata sólo de valorar que las enseñanzas de ese santo influyeran en la Iglesia en un momento concreto, sino más bien cuál es la importancia de esa doctrina en la Iglesia universal, incluso hoy”.