En la Misa de Pentecostés Francisco recordó que la Iglesia es diversidad y unidad al mismo tiempo.
Advirtió contra el peligro de pasar de un polo a otro. Los que olvidan la diversidad eliminan la libertad y los que se olvidan de la unidad destruyen el diálogo.
También subrayó que la llegada del Espíritu Santo trajo el regalo del perdón. Un instrumento que renueva el corazón llenándolo de esperanza.
Al terminar la ceremonia, como en las grandes ocasiones Francisco subió al papamóvil para saludar a las 60.000 personas que participaron en la ceremonia.