El papa Francisco reflexionó sobre la primera bienaventuranza; que elogia a los sobrios porque saben vivir sin estar dominados por los bienes materiales. Estas personas, dijo, tienen una capacidad especial.
"Capacidad de renovar cada día el estupor por la bondad de las cosas, sin entristecerse en la ceguera del consumismo voraz. Más tengo, más quiero, más tengo, más quiero. Este es el consumismo voraz. Y esto mata el alma”.