El Papa Francisco insiste y vuelve a poner el dedo en la llaga: denunció la creciente persecución contra los cristianos ante la pasividad del mundo. No solo eso: dijo que en los países democráticos hay un martirio que no derrama sangre y que se produce cuando la libertad religiosa se limita. La llamó el “martirio blanco”. Estas palabras las pronunció ante los participantes en la asamblea general de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro.