El miércoles 2 de noviembre, bajo un intenso cielo nublado, el Papa se desplazó hasta el cementerio de "Prima Porta”, uno de los más grandes de Roma. Antes de comenzar la Misa, colocó un ramo de rosas amarillas y blancas junto a las lápidas para recordar a todos los difuntos.
En la homilía de la Misa recordó el Libro de Job, quien a pesar de experimentar la angustia y el dolor del sufrimiento, proclamaba la esperanza.
Según el Papa, es un día que habla a los cristianos del futuro, porque todos pasaremos por la muerte. Pero la certeza de la resurrección convierte esta certeza en esperanza...