El rabino jefe de Jerusalén recibió al Papa junto al Muro occidental, también conocido como Muro de las Lamentaciones. Se trata de la única pared que se conserva del Templo de Jerusalén.
El Papa se acercó al Muro y rezó en silencio.
También dejó allí una oración escrita de su puño y letra. En ella pide "al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Dios de Jesús de Nazaret", la paz para Jerusalén. El Papa estuvo en la Mezquita al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam, que custodia la roca desde la que Mahoma subió al Cielo. Los judíos identifican la zona con el templo de Salomón, y los cristianos, con el templo de Jerusalén visitado por Jesús.
Tras la visita, Francisco visitó el edificio del Gran Consejo.
Allí, el Gran Mufti denunció ante el Papa que Israel prohíbe a muchos musulmanes que acudan a los Santos Lugares, lo que, dijo, tiene consecuencias desagradables y puede provocar una guerra mundial.
También el presidente del Consejo Superior Musulmán, reivindicó el derecho de los palestinos a "recuperar su tierra".
El Papa se dirigió a ellos como "hermanos queridos", y recordó que judíos, cristianos y musulmanes reconocen a Abraham como un padre y un ejemplo.
"Queridos amigos, desde este lugar santo lanzo un vehemente llamamiento a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abrahán: Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz. ¡Salam!"