Eran poco más de las diez de la mañana cuando el Papa Francisco bajó del avión en el aeropuerto Internacional de Ginebra con un semblante más serio de lo habitual.
Le recibió el presidente de la Confederación Suiza, Alain Berset.
Desde allí el Papa partió hacia la sede del Consejo Mundial de Iglesias. En Suiza pasará solo diez horas, que como dijo el Papa durante el vuelo, marcarán “un viaje hacia la unidad”.