Uno de los escenarios simbólicos del choque entre comunismo e Iglesia católica en Occidente fue Bolonia, la ciudad más comunista del país.
Uno de sus protagonistas fue el cardenal Giacomo Lercaro, que se ganó la simpatía de la gente gracias a su cercanía con la clase popular.
En pleno corazón de la Italia comunista fundó parroquias en las periferias sociales de la ciudad y convirtió el arzobispado en un centro de acogida para jóvenes
Un discurso del cardenal Giacomo Lercaroque 50 años después lo retomó el Papa Francisco durante su visita a Bolonia y que decía que la Iglesia no puede ser neutral ante el mal, venga de donde venga.