Proceden de Bangladesh y Myanmar. Han perdido todo y ahora, lo único que les queda es la esperanza de sobrevivir. Campamentos de la ONU, como este, les ofrecen alimento, agua y atención médica.
Cientos de ellos han llegado a Tailandia. Sin embargo, otros no han tenido tanta suerte y se han encontrado cerradas las puertas del país.