En la Misa de inauguración de pontificado, LEÓN XIV:
Esto, hermanos y hermanos, querría que fuera nuestro primer gran deseo. Una Iglesia unida, que sea señal de unidad y comunión que sea fermento para un mundo reconciliado. En este nuestro tiempo vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, por el miedo a lo distinto, por un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres.(...)
...Este es el espíritu misionero que debe animarnos sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo. Estamos llamados a ofrecer a todos el amor de Dios para que se realice esa unidad que no anula las diferencias sino que valoriza la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo. Hermanos y hermanas: esta es la hora del amor.