La primera parada del Papa en Nápoles, tras visitar el Santuario de Pompeya, fue el barrio de Scampia. Se trata de una zona caracterizada por la corrupción y el desempleo, un lugar emblemático de la mafia napolitana. A continuación celebró la Misa en la plaza del Plebiscito en Nápoles. Por la tarde el encuentro en la catedral con
los sacerdotes, religiosos y religiosas que recibieron al Papa con gran expectación. La reliquia de la sangre de San Jenaro, patrón de Nápoles, presidió el encuentro en la catedral y se licuó cuando el Papa dio la bendición con ella. El último encuentro fue con la juventud en el paseo marítimo de Nápoles.