Acogiéndose al "privilegio de Blanco”, concedido sólo a las reinas católicas, y con sus muletas, Matilde de Bélgica decidió mantener su agenda oficial a pesar de una lesión en su rodilla izquierda tras un accidente de esquí.
Conversaron sobre inmigración, educación de los jóvenes y futuro de Europa. También trataron otros temas como la cohesión social o la importancia de fomentar el diálogo intercultural e interreligioso.