Por fuera, la iglesia de Santa María del Huerto parece la típica parroquia romana. Pero un día del año se convierte en uno de los lugares más especiales de la Ciudad Eterna.
Al final de la misa del Jueves Santo se encienden sus 213 velas para homenajear a la Eucaristía. Está detrás del altar y la llaman "máquina”.