Para Juan Pablo II, el Corpus no era una simple celebración. Es una historia que va más allá del simbolismo eclesiástico. Y no solo por el sentido de esa solemnidad; también, por la importancia que le daba a la procesión.
Todo se remontaría a su época como arzobispo de Cracovia; una ciudad que tenía la tradición de salir a las calles ese día incluso antes de la Segunda Guerra Mundial.
Con la llegada del comunismo, se prohibió. Cuando era cardenal, Karol Wojtyla luchó para recuperar ese periplo de fe por el centro de la ciudad.
En Italia, estas procesiones se celebraban desde el siglo XIII. Y si no, miren estos cuadros de esos recorridos en varias localidades italianas. Pero con el tiempo, en Roma, se fueron perdiendo.
Cuando llegó Juan Pablo II al Vaticano, la recuperó. Además, lo hizo hasta casi el final. Un año antes de morir, aquí lo ven. El papa polaco ya estaba muy deteriorado, pero no quiso faltar a esta cita.