Los dos grandes confesores elegidos para el Jubileo de la Misericordia son San Pío y San Leopoldo.
Ambos santos confesores eran capuchinos. Su fama de santidad era tan notoria que la gente hacía fila para confesarse ante ellos.
Han sido elegidos para recordarnos la importancia de la confesión, como para los sacerdotes, para que sigan su ejemplo.
Sus restos mortales se venerarán al inicio de la cuaresma en la basílica de San Pedro en Roma.