Los cristianos de Siria quieren quedarse en su país. Es lo que afirma monseñor Antoine Audo, arzobispo caldeo de Alepo, una de las ciudades más castigadas por la guerra.
Denuncia además la multitud de intereses, tanto regionales como internacionales, que obstaculizan una solución rápida de la contienda. Pide, sobre todo, que se alcance una solución política al conflicto. Organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada contribuyen a que estas comunidades cristianas sigan vivas pese a las bombas y el terror.