Lo primero que hizo el Papa fue saludar a la pequeña Lupita y a su madre. La curación milagrosa de la niña posibilitará que el beato José Sánchez del Río sea declarado santo de acuerdo con el decreto que firmó el Papa el pasado 22 de enero. Madre e hija entregaron unas flores al Papa que depositó sobre una escultura que recuerda al pequeño. José Sánchez del Río fue terriblemente torturado durante la guerra Cristera en 1928.
Francisco habló a los niños y les pidió que recuerden rezar por todas las personas que les ayudan a crecer como sus padres, abuelos o profesores. Les dio también una sencilla pero profunda enseñanza...