John Klein nunca se habría imaginado que combinar su amor hacia Dios y por la música habría dado resultados tan buenos. Entre ellos, tocar para decenas de miles de jóvenes por segunda vez en la Jornada Mundial de la Juventud.
Fue al abandonar su deseo de fama cuando algo en él cambió interiormente. Entró en el seminario de los Legionarios de Cristo y comenzó a escribir música para proponer otros horizontes.