“Pinta una imagen según el modelo que ves con la frase: Jesús, en Ti confío”. Esto es lo que en una aparición de 1931, pidió Jesús a santa Faustina Kowalska. Ella obedeció y el resultado fue este, el cuadro de la Divina Misericordia, una de las imágenes más veneradas por los católicos del mundo.
Pero no fue fácil lograr que perdurase en el tiempo. Y es que la imagen fue robada, comprada e incluso enterrada a lo largo de los años.
Así lo cuenta el periodista David Murgia en su libro “Santa Faustina y el rostro de Jesús Misericordioso”.