Después de visitar un campo de refugiados, el Papa ha pedido a Europa y al resto del mundo que mire a estas personas forzadas a emigrar. Que no los vean como frías estadísticas o como potenciales amenazas.
En concreto, ha pedido que la comunidad internacional retire cualquier apoyo a quienes sostienen proyectos de odio y de violencia y que actúe contra el tráfico de armas.