Como todas las mañanas de miércoles, antes de impartir su catequesis, el Papa paseó por entre la una multitud entusiasta, para saludar a los peregrinos desde el papamóvil.
Explicó otra de las grandes parábolas del Evangelio; la del rico Epulón y el pobre Lázaro.
"La misericordia de Dios está ligada a nuestra misericordia con los demás. Cuando falta esta, tampoco la otra encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar. Si no abro la puerta de mi corazón al pobre, esa puerta permanece cerrada, también para Dios, y esto es terrible”.
Durante la audiencia el Papa también saludó con especial afecto a los polacos presentes que celebraban el aniversario del nacimiento de Juan Pablo II. Si viviera, tal día como hoy (18 de mayo) habría cumplido 96 años.