"Como entonces para los fariseos, existe también para nosotros hoy el peligro de considerar que estamos bien o somos mejores que los demás por el simple hecho de observar las reglas y las costumbres aunque no amemos al prójimo y seamos duros de corazón, soberbios y orgullosos”.
"Cuánto daño hacen a la Iglesia y cuánto escándalo provocan esas personas que se dicen "muy católicos” y van mucho a la iglesia pero, después, en su vida cotidiana descuidan a la familia, hablan mal de los demás y más cosas. Esto es lo que condena Jesús. Porque es un anti-testimonio cristiano”.
Por eso, el Papa explicó que primero es necesario un cambio interior, un corazón purificado libre de hipocresía.