Su primera visita fue al Mausoleo de Mustafá Kemal Atatürk el padre de la Turquía moderna. Se trata de una visita protocolaria que todo jefe de Estado visitante debe cumplir.
Una vez dentro del Mausoleo el Papa dejó esta corona de flores ante la tumba de Mustafá Kemal y después permaneció unos instantes en silencio. Rodeado por una nube de periodistas se dirigió a firmar una dedicatoria en el Libro de Oro.
Allí expresó su deseo de que Turquía, "puente natural entre dos continentes, no sea solamente un cruce de caminos sino un lugar de encuentro” entre personas de todas las culturas, etnias y religiones.