A la violencia y la guerra se ha sumado otro componente que no hace sino agravar la desgracia de miles de personas en Siria e Irak: las condiciones climáticas adversas.
Con el invierno, millones de familias refugiadas de Oriente Medio corren aún más peligro. En tiendas de campaña o sin un techo donde refugiarse, las bajas temperaturas hacen aún más difícil su supervivencia.