La Plaza de San Pedro, se convirtió en un gran confesionario, donde 150 sacerdotes estaban administrando el sacramento de la reconciliación de los jóvenes protagonistas del Jubileo de los adolescentes y como ellos, sentado al aire libre en una pequeña silla cerca de la columnata con la estola morada sobre los hombros, apareció el papa Francisco y confesó a dieciséis adolescentes, entre 13 y 16 años.