Mientras la policía macedonia cruza la frontera y gasea a los refugiados en Grecia, Panagiota Vasileiadou que tiene 82 años los recibe con besos y abrazos.
Vive en Idomeni, un pueblo de apenas 150 habitantes que ha visto cómo una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas tiene lugar a sus puertas.