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-Homilía del Papa en Santa Marta: martes 8 de noviembre de 2016


RESUMEN DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

"¡Cuántas veces hemos visto, quizás en nuestra casa: aquí mando yo! Y cuántas veces, sin decirlo, hemos hecho sentir a los demás que: ‘mando yo’, ¿no? ‘También hacer ver esto, ¿no? El deseo de poder… Y Jesús nos ha enseñado que el que manda debe convertirse en el que sirve. O, si uno quiere ser el primero, que sea el servidor de todos. Jesús da la vuelta a los valores de la mundanidad, del mundo. Y este deseo de poder no es el camino para convertirse en un siervo del Señor, al contrario: es un obstáculo, uno de estos obstáculos que hemos pedido al Señor que aleje de nosotros”.

"El Señor nos ha dicho que ningún siervo puede tener dos patrones. O sirve a Dios o sirve al dinero. Jesús nos lo ha dicho. Y esto es un obstáculo: la deslealtad. Que no es lo mismo que ser pecadores. Todos somos pecadores, y nos arrepentimos por esto. Pero ser desleales es hacer el doble juego, ¿no? Jugar a la derecha y a la izquierda, jugar a Dios y también jugar al mundo, ¿no? Y esto es un obstáculo. Aquel que tiene deseos de poder y aquel que es desleal, difícilmente puede servir, convertirse en siervo libre del Señor”.

"El servicio de Dios es libre: nosotros somos hijos, no esclavos. Y servir a Dios en paz, con serenidad, cuando Él mismo ha quitado de nosotros los obstáculos que quitan la paz y la serenidad, es servirlo con libertad. Y cuando nosotros servimos al Señor con libertad, sentimos aquella paz más profunda aún, ¿no? De la voz del Señor: ‘Ah, ven, ven, ven, siervo bueno y fiel’. Y todos queremos servir al Señor con bondad y fidelidad, pero tenemos necesidad de su gracia: solos, no podemos. Y para esto, pedir siempre esta gracia, que sea Él el que quite estos obstáculos, que sea Él quien nos dé esta serenidad, esta paz del corazón para servirlo libremente, no como esclavos: como hijos”.

"Que el Señor – fue la invocación del Papa – nos ayude a abrir el corazón y a dejar que trabaje el Espíritu Santo, para que quite de nosotros estos obstáculos, sobre todo el deseo de poder que hace tanto mal, y la deslealtad, la doble cara” de "querer servir a Dios y al mundo”. "Y así – concluyó – nos dé esta serenidad, esta paz para poder servirlo como hijo libre que al final, con tanto amor, le dice: ‘Padre, gracias, pero Tú sabes: soy un siervo inútil’.

 

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