El Papa en Santa Marta: La verdad no se negocia nunca.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
«Pero Jesús es tan misericordioso, es tan grande, que nunca, nunca, nunca les cierra la puerta a los pecadores», dijo una vez más el Papa, añadiendo que por ello, no se limita a enunciar la verdad de Dios, sino que les recuerda a los fariseos lo que Moisés estableció en la ley. Y cuando ellos le repiten que Moisés permitió redactar una declaración de divorcio, Cristo les responde que esa norma había sido escrita «debido a la dureza del corazón de ustedes». Ello quiere decir que Jesús distingue siempre entre la verdad y la «debilidad humana», «sin giros de palabras»:
«En este mundo en el que vivimos, con esta cultura de lo provisorio, esta realidad de pecado es tan fuerte. Pero Jesús, recordando a Moisés, nos dice: ‘está la dureza del corazón, está el pecado, algo se puede hacer: el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la integración, el discernimiento de estos casos… Pero siempre… ¡pero la verdad no se vende nunca!’ Y Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo tiempo ser tan comprensivo con los pecadores, con los débiles».
«Éstas son las dos cosas que Jesús nos enseña: la verdad y la comprensión», volvió a señalar el Papa Francisco, haciendo hincapié en que es lo que los «teólogos iluminados» no logran hacer, porque están encerrados en la trampa de la «ecuación matemática», del «¿se puede?» o «¿no se puede?». Y por lo tanto son «incapaces, tanto de horizontes grandes, como de amor» hacia la debilidad humana. Baste ver – concluyó el Papa - «la delicadeza» con la que Jesús trata a la adúltera, que iba a ser lapidada: «Yo tampoco te condeno, anda y de ahora en adelante no vuelvas a pecar».
«Que Jesús nos enseñe a tener con el corazón, una gran adhesión a la verdad, y también con el corazón una gran comprensión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad. Y éste es un don, esto lo enseña el Espíritu Santo, no esos doctores iluminados, que para enseñarnos necesitan reducir la plenitud de Dios a una ecuación casuística ¡Que el Señor nos dé esta gracia!».