EXTRACTOS DE LA HOMILIA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"La actitud de los escribas y los fariseos es la misma, excluir. Ellos dicen, 'Somos perfectos, seguimos la ley. Los demás son pecadores, recaudadores de impuestos'; y la actitud de Jesús es de inclusión. Hay dos caminos en la vida: el de excluir a personas de nuestras comunidades o el de incluirlas. El primero puede ser pequeño, pero es la raíz de todas las guerras: todas las calamidades, todas las guerras, comienzan con una exclusión. Se excluye de la comunidad internacional, pero también de las familias, entre amigos, cuántas peleas… Y el camino que nos hace ver Jesús y que nos enseña Jesús es otro, es lo contrario: incluir”
"Están llenos de alegría porque han encontrado aquello que estaba perdido y van a ver a los vecinos, a los amigos, porque están tan felices: ‘He encontrado, he incluido’. Esto es el incluir de Dios, contra la exclusión de aquel que juzga, que expulsa a la gente, a las personas: ‘No, esto no, esto no, esto no…’, y se hace un pequeño círculo de amigos que es su ambiente. Es la dialéctica entre exclusión e inclusión. Dios nos ha incluido a todos en la salvación, ¡a todos! Éste es el inicio. Nosotros con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, con nuestros celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que – como he dicho – puede terminar en las guerras”.
"Pensemos un poco y al menos, ¡al menos!, en nuestra pequeñez hagamos lo propio, no juzguemos jamás: ‘Pero este hace así…’. Dios sabe: es su vida, pero no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y si la ocasión se presenta le digo una linda palabra. Jamás excluir, ¡no tenemos el derecho! Y como termina Pablo en la Lectura: ‘Todos, en efecto, nos presentarán al tribunal de Dios. Por tanto, cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios’. Si yo excluyo, un día estaré delante del tribunal de Dios y deberé rendir cuentas de mí mismo. Pidamos la gracia de ser hombres y mujeres que incluyen siempre, ¡siempre!, en la medida de la sana prudencia, pero siempre. No cerrar las puertas a nadie, siempre con el corazón abierto: ‘Me gusta, no me gusta’, pero el corazón está abierto. Que el Señor nos dé esta gracia”.